Al final pasé una buena noche y comencé relajado el día 9. Un buen desayuno con café, jugos, licuados y frutas tropicales, ahora tan solo debía aguardar por la combi que me llevaría al pueblo de Santa Rosa del Yacuma, pero para aprovechar el tiempo y el sol a mis espaldas volví al puerto para tomar algunas fotos con otra iluminación.
Hotel Oriente
El sector de hamacas
https://es.wikipedia.org/wiki/Rosarigasino (1)
El calor ya se hace sentir, rondaremos los 30º y el camino hasta el puerto es totalmente de tierra, así que las próximas dos horas serán duras en medio de un paisaje que guarda similitudes con algunos de Formosa, Corrientes o el Chaco Paraguayo.
En la segunda parada sí hay un "baño", sobre todo para las damas y existe además la posibilidad de comprar agua mineral bien fría y de gastarle una broma telefónica a algún habitante de Nebraska,Oklahoma o Berabevú.
A ambos lados del camino existen muchas fincas especializadas en la cría del cebú, toda la región es predominantemente ganadera y aparentemente la soja todavía no se masificó.
Llegamos a Santa Rosa pasado el mediodía y nos dirigimos a almorzar a un comedor especializado en recibir contingentes, carne de res, un poquito dura, arroz, infaltable, ensalada, muy buena y una limonada endulzada al extremo de ser intomable, hicimos una vaquita entre los seis, un poco en bolivianos, otro poco en dólares, también aparecieron shéquels, euros y por supuesto pesos argentos, todo por dos malditas Cocas bien heladas.
A la hora nos dirigimos al puerto distante unos 3 kilómetros para embarcar hacia nuestro lodge ubicado sobre la barranca del Río Yacuma.
Camino al puerto
El puerto sobre el Yacuma
Nos designan guía y bote, entre todos cargamos cajas con alimentos, agua mineral, combustible y una garrafa. Los botes son de madera tallada con pequeños asientos rebatibles. Salimos pasadas las 14:00 horas y el viaje con incontables paradas intermedias duró unas tres horas que pasaron volando ante tanto hecho nuevo por descubrir.
Cada 50 metros, tras cada curva, bajo y sobre cualquier árbol aparecía fauna, tortugas, caimanes, lagartos, capibaras (carpincho para nosotros), y aves, decenas de aves exóticas, pequeñas, enormes, zancudas, un verdadero festival para un entendido en la materia. El guía maniobraba la canoa acercándola hacia cada especie nueva que aparecía.
Al costado una espesa selva no dejaba entrever que sucedía tras esa fachada de carácter Amazónico, secreto que develaríamos fehacientemente durante el durísimo día 10.
El Hoatzin o Chenchena
Tortugas Terecay
Garzas
Caimanes
Biguá
Capibara
Surcamos el río Yacuma afluente del Mamoré por unas tres horas, hasta llegar pasadas las 17:00 al lodge.
Me ubican en una pequeña cabaña privada con baño y mis compañeros van a una barraca común más grande. Nos indican que en no más de media hora partiremos hacia un mirador río arriba para contemplar la puesta de sol, compartir espacio y bebidas con el resto de los turistas instalados en otros complejos y esperar que gane la noche para poder visualizar, linterna mediante el color de los ojos de caimanes y lagartos.
El Yacuma frente al lodge
Las 19:08 y el sol marca tarjeta, su tarea diaria ya estaba cumplida
19:09 (03/09/15)
19:10
19:17
19:21
19:23
19:25
Me tomo una cervecita para festejar la puesta de sol y pasadas las 20:00 emprendemos la vuelta, hurgando en las orillas y bajo las enramadas buscando ojos de alligator.
Cenamos sopa, carne de res a la bolognesa, arroz, fideos, ensalada de tomates y agua mineral natural, por suerte el complejo tiene un pequeño bar con cerveza bien helada que invita a suizos, alemán y rosarigasino a gozarlas en sendas hamacas ahora acechadas por murciélagos en vuelo rasante, en verdad a esta altura del viaje ni me inmutaría por la presencia de cuatro pterodáctilos en celo.
Voy a la cabaña, tiene amplios ventanales que dan al río, algunos insectos de tamaño considerable y de procedencia desconocida, cama de dos plazas y mosquitero para la misma tipo África Mía. La luz se corta a la media noche, así que todavía dispongo de un tiempo para escribir las notas del día 9, de golpe e inexplicablemente me viene un ataque de sed repentina así que salgo en busca de una nueva Paceña molto fredda. Escribo, pienso y trato de imaginarme los desafíos del día 10.
Se corta la luz, todo queda sumido en la oscuridad más profunda, se acaban los ruidos humanos y comienzan los inenarrables sonidos de la naturaleza, los caimanes echándose al agua, los últimos pájaros retrasados, las ranas, los insectos, los murciélagos, el sonido del río y los árboles, tan sólo los latidos del corazón reconocen la presencia del hombre en ese espacio de magia y misterio.
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