La mañana del cuarto día, luego de una noche bizarra que me encontró como involuntario espectador de cuanto exceso se pudiera enumerar, comenzó diáfana, fría e inmóvil, el último recorrido será por el Dique CSM, que raro suena, no recuerdo muchos otros sitios nomenclados con el nombre del dos veces presidente constitucional, habrá motivo para tal omisión u olvido?...
Bueno el embalse tiene un espejo de agua azul, mmuy azul, que es lo que me importa. El camino para acceder a él es peor que un tramo poceado de una ruta secundaria sin mantenimiento en la Luna, será que el nombre espanta..., no creo, por aquí tienen cierta estima por él, impensado, contradictorio, surrealista pienso, pero lo pienso fuera del pensamiento de un empleado público que tiene lo que tiene gracias a alguna gestión de algún allegado a un conocido de algún amigo del ex neo-caudillo, injusto generalizar me digo, siempre me digo, el viajar en solitario hace que constantemente me ande preguntando cosas a mi mismo, respondiéndome casi siempre de manera tramposa.
El medio día me encuentra atacando un matambrito de hormiga (por el tamaño), pronto a partir hacia el Sur, cargando anécdotas, aceitunas, dulces, un cohetecito de madera, ciento de fotos, 38 y pico de fiebre, y muchas imágenes rondando en la cabeza para decodificar y clasificar.
Como siempre digo al terminar un relato de viaje, hasta el próximo, cuando y donde..., no lo sé.
Bueno el embalse tiene un espejo de agua azul, mmuy azul, que es lo que me importa. El camino para acceder a él es peor que un tramo poceado de una ruta secundaria sin mantenimiento en la Luna, será que el nombre espanta..., no creo, por aquí tienen cierta estima por él, impensado, contradictorio, surrealista pienso, pero lo pienso fuera del pensamiento de un empleado público que tiene lo que tiene gracias a alguna gestión de algún allegado a un conocido de algún amigo del ex neo-caudillo, injusto generalizar me digo, siempre me digo, el viajar en solitario hace que constantemente me ande preguntando cosas a mi mismo, respondiéndome casi siempre de manera tramposa.
El medio día me encuentra atacando un matambrito de hormiga (por el tamaño), pronto a partir hacia el Sur, cargando anécdotas, aceitunas, dulces, un cohetecito de madera, ciento de fotos, 38 y pico de fiebre, y muchas imágenes rondando en la cabeza para decodificar y clasificar.
Como siempre digo al terminar un relato de viaje, hasta el próximo, cuando y donde..., no lo sé.