El recorrido del funicular sería de 2,5 kilómetros, y salvaría el desnivel de 550 metros en 9 minutos, con una capacidad de transporte de 2600 personas hora en ambos sentidos.
El proyecto se origina en el año 1948, como forma de transporte ente las dos áreas que componían el complejo universitario de la Sierra de San Javier, el diseño general del conjunto estuvo en manos de prestigiosos arquitectos vinculados con el Movimiento Moderno como Sacriste, Vivanco y Tedeschi entre otros, quienes plasmaron en el papel un diseño que vinculaba formalidades con la función que requería una Universidad comprometida con el resto del cuerpo social, desgraciadamente las sistemáticas crisis económicas que envuelven a la Argentina con el consiguiente correlato de cambios políticos y gubernamentales, elevaron a categoría de ruina al mega proyecto de la UTN.
En el inicio del sendero tuve la suerte de cruzarme con un entusiasta del todo terreno que me indicó como ubicar la senda que me llevaría al viaducto número 2, ya que por el camino principal no se visualiza el trazado ferroviario, tenga cuidado me dijo, hay fuertes pendientes, mucho barro y el camino está oculto por la vegetación, no se va a perder, pero hay riesgos. Me adentro en el bosque en la búsqueda del desvío que me conduciría hasta los restos del puente principal, la imágen a conseguir, siempre atento a los riesgos que me marcaron.
Las indicaciones fueron precisas, un camino de piedra, un cartel, un sendero bien marcado, una tubería, una vírgen al costado del camino y desde ahí, a estar atento porque se abriría el rumbo secundario. Dos troncos pintados de rojo anuncian el ingreso al sendero que flanquea la tubería y posteriormente las vías, el problema es que nuevamente no hay sendero, la vegetación cubrió todo y hay que ir esquivando troncos, ramas peligrosas, y posteriormente marcados desniveles. En un momento hay que optar por una bajada abrupta que seguramente me conduciría al camino que recorre el viaducto desde abajo o seguir inclusive caminando por sobre la tubería o el pequeño paredón que sostiene a la misma que según creo me depositará a nivel de la vía. En un instante decido bajar, cola en tierra, hecho que embarra la única parte del pantalón que todavía permanecía azul, el caño queda a unos 5,8,10 metros de mi cabeza y una nueva bajada, esta vez más pronunciada me indica que la decisión no fue la acertada, tengo que subir nuevamente y la pendiente se presenta desafiante, las ramas de las cuales puedo asirme se quiebran debido a la fragilidad que les provoca la constante humedad, por lo tanto dependo del empuje y el paso firme y constante, una parada y la pendiente me vence. Consigo subir hasta el muro que sostiene la tubería y avanzo sobre él con un abismo de unos 10 metros a mi derecha y una vegetación infranqueable a la izquierda.
Siguiendo la tubería debería llegar hasta el viaducto y así fue como de repente el mismo se abría delante de mis ojos, lo cruzo, hago caso a las prohibiciones, la altura es más que considerable y los riesgos son grandes.
Sigo camino, a esa altura de la tarde, desconocía la hora, ni siquiera quería sacar el teléfono del bolsillo para no embarrarlo ya que mis manos eran dos nidos de horneros, tomo al viaducto por el costado, deshecho la posibilidad de bajar por otro camino de marcada pendiente para verlo desde abajo, hasta que en un momento la pequeña huella se corta en un quiebre del camino, un escalón de roca de más de tres metros se abría delante mío, a mi izquierda una pared de piedra, a mi derecha, nada, saltar imposible, dejarme caer, riesgoso y si el camino por venir se interrumpía, no podría volver a subir el escalón, ya que era vertical, como cortado a medida, desisto entonces de continuar, intuyendo nuevamente que el terreno que circulaba no era el camino correcto, ya que eso no era de dificultad media como indicaba la información, o era extremo o uno no está en el estado requerido, como algo de fe me tengo, decidí volver en busca del Sendero del Funicular, verdadera autopista alemana, viendo el estado de los caminos que fui atravesando.
La tubería corre paralela a restos de rieles y durmientes que se despedazan al más mínimo contacto, encuentro una huella mas marcada que me deposita en el camino principal, posiblemente algún descuido me apartó del sendero, pero ahora nada importa, la aventura fue motivante. Controlo la hora, son pasadas las 16:00 o sea llevaba 4 horas dentro de ese bosque espeso, húmedo y barroso, ahora la marcha sería más rápida pero desconocía cuanto faltaba para el final, y lo que es peor, cuál sería el final, donde me depositaría ese camino.
El camino presentaba obstáculos, que realmente eran un placer salvarlos, ya que la senda por delante indicaba que el rumbo era el correcto.
Antes de llegar al final del recorrido me referiré a que después de la paralización en 1955, existieron varios intentos de retomar el proyecto Ciudad Universitaria. En 1973 vuelto el Dr Descole a la UTN, sostenía que la obra debía ser proseguida y culminada no importaba por quién, pero habría que hacerlo como un aporte para el desarrollo social y turístico del Tucumán. En 1988 el Dr Rodolfo Campero expresó su intención de completar parte de la obra convirtiéndola en un hotel para universitarios de todo el país y un centro de investigaciones científicas.
En 1996 el rector César Catalán, informó que pondría en marcha la abandonada obra de la Ciudad, por medio de una licitación pública internacional y con el aporte que le redituaría la participación de la UTN en la participación de ganancias de la Mina Bajo La Lumbrera.
En el año 2004, un proyecto de alumnos del nivel medio del Colegio San Patricio, trató de recuperar el funicular para un emprendimiento orientado al eco-turismo. Alumnos y docentes de la Facultad de Arquitectura diseñaron una senda peatonal de 2 kilómetros de longitud, que siguiera el trazado de las vías.
Como vemos todo un compendio de buenas intenciones, buenos proyectos y alguna idea alocada, lástima que todo ésto suceda a 1300 kilómetros del centro de poder, escondido en medio de un bosque/selva/yunga de difícil acceso, invisible para todos aquellos que tengan que dar el Sí, Quiero.
El camino termina en el pedregoso lecho de un río, opto por doblar a la derecha, siguiendo lejanos sonidos musicales que indican proximidad humana. Llego por fin a un caserío, donde oficialmente comienzan los senderos, busco el dispensario de Horco Molle, pregunto como hacer para ir a Tucumán, recuerdo que es 1 de mayo y que por lo tanto el transporte público no abunda, llego hasta la rotonda que da fin u orígen a la Avenida Perón, en donde cientos de skaters, rollers, ciclistas y caminantes, despuntan el sano vicio del fin de semana, algunos me miran con extrañeza, realmente me encontraba en una situación vergonzosa, camino por el cantero central en busca de algún medio de locomoción, pero nada, busco un punto relevante del recorrido y llamo al Hotel Francia, donde me alojaba, para pedir por favor me envíen un taxi, un patrullero, una lancha salvavidas, un burrito, cualquier cosa que me devuelva al dulce calor de hogar.
Pasadas las 18:00 llego al hotel, el conserje quién me gestionó el vehículo me mira con asombro, me pregunta que me pasó, le digo que me caí en un pozo ciego, se ríe, pero en el fondo creo que duda, pido perdón porque voy a ensuciar un poco, me doy un poco de vergüenza y me entrego a un fabuloso baño caliente, decido que no habrá cena, no puedo presentarme en ese estado, mañana quizás el barro se seque y se convierta en polvo.
El proyecto se origina en el año 1948, como forma de transporte ente las dos áreas que componían el complejo universitario de la Sierra de San Javier, el diseño general del conjunto estuvo en manos de prestigiosos arquitectos vinculados con el Movimiento Moderno como Sacriste, Vivanco y Tedeschi entre otros, quienes plasmaron en el papel un diseño que vinculaba formalidades con la función que requería una Universidad comprometida con el resto del cuerpo social, desgraciadamente las sistemáticas crisis económicas que envuelven a la Argentina con el consiguiente correlato de cambios políticos y gubernamentales, elevaron a categoría de ruina al mega proyecto de la UTN.
En el inicio del sendero tuve la suerte de cruzarme con un entusiasta del todo terreno que me indicó como ubicar la senda que me llevaría al viaducto número 2, ya que por el camino principal no se visualiza el trazado ferroviario, tenga cuidado me dijo, hay fuertes pendientes, mucho barro y el camino está oculto por la vegetación, no se va a perder, pero hay riesgos. Me adentro en el bosque en la búsqueda del desvío que me conduciría hasta los restos del puente principal, la imágen a conseguir, siempre atento a los riesgos que me marcaron.
Las indicaciones fueron precisas, un camino de piedra, un cartel, un sendero bien marcado, una tubería, una vírgen al costado del camino y desde ahí, a estar atento porque se abriría el rumbo secundario. Dos troncos pintados de rojo anuncian el ingreso al sendero que flanquea la tubería y posteriormente las vías, el problema es que nuevamente no hay sendero, la vegetación cubrió todo y hay que ir esquivando troncos, ramas peligrosas, y posteriormente marcados desniveles. En un momento hay que optar por una bajada abrupta que seguramente me conduciría al camino que recorre el viaducto desde abajo o seguir inclusive caminando por sobre la tubería o el pequeño paredón que sostiene a la misma que según creo me depositará a nivel de la vía. En un instante decido bajar, cola en tierra, hecho que embarra la única parte del pantalón que todavía permanecía azul, el caño queda a unos 5,8,10 metros de mi cabeza y una nueva bajada, esta vez más pronunciada me indica que la decisión no fue la acertada, tengo que subir nuevamente y la pendiente se presenta desafiante, las ramas de las cuales puedo asirme se quiebran debido a la fragilidad que les provoca la constante humedad, por lo tanto dependo del empuje y el paso firme y constante, una parada y la pendiente me vence. Consigo subir hasta el muro que sostiene la tubería y avanzo sobre él con un abismo de unos 10 metros a mi derecha y una vegetación infranqueable a la izquierda.
Siguiendo la tubería debería llegar hasta el viaducto y así fue como de repente el mismo se abría delante de mis ojos, lo cruzo, hago caso a las prohibiciones, la altura es más que considerable y los riesgos son grandes.
Sigo camino, a esa altura de la tarde, desconocía la hora, ni siquiera quería sacar el teléfono del bolsillo para no embarrarlo ya que mis manos eran dos nidos de horneros, tomo al viaducto por el costado, deshecho la posibilidad de bajar por otro camino de marcada pendiente para verlo desde abajo, hasta que en un momento la pequeña huella se corta en un quiebre del camino, un escalón de roca de más de tres metros se abría delante mío, a mi izquierda una pared de piedra, a mi derecha, nada, saltar imposible, dejarme caer, riesgoso y si el camino por venir se interrumpía, no podría volver a subir el escalón, ya que era vertical, como cortado a medida, desisto entonces de continuar, intuyendo nuevamente que el terreno que circulaba no era el camino correcto, ya que eso no era de dificultad media como indicaba la información, o era extremo o uno no está en el estado requerido, como algo de fe me tengo, decidí volver en busca del Sendero del Funicular, verdadera autopista alemana, viendo el estado de los caminos que fui atravesando.
La tubería corre paralela a restos de rieles y durmientes que se despedazan al más mínimo contacto, encuentro una huella mas marcada que me deposita en el camino principal, posiblemente algún descuido me apartó del sendero, pero ahora nada importa, la aventura fue motivante. Controlo la hora, son pasadas las 16:00 o sea llevaba 4 horas dentro de ese bosque espeso, húmedo y barroso, ahora la marcha sería más rápida pero desconocía cuanto faltaba para el final, y lo que es peor, cuál sería el final, donde me depositaría ese camino.
El camino presentaba obstáculos, que realmente eran un placer salvarlos, ya que la senda por delante indicaba que el rumbo era el correcto.
Antes de llegar al final del recorrido me referiré a que después de la paralización en 1955, existieron varios intentos de retomar el proyecto Ciudad Universitaria. En 1973 vuelto el Dr Descole a la UTN, sostenía que la obra debía ser proseguida y culminada no importaba por quién, pero habría que hacerlo como un aporte para el desarrollo social y turístico del Tucumán. En 1988 el Dr Rodolfo Campero expresó su intención de completar parte de la obra convirtiéndola en un hotel para universitarios de todo el país y un centro de investigaciones científicas.
En 1996 el rector César Catalán, informó que pondría en marcha la abandonada obra de la Ciudad, por medio de una licitación pública internacional y con el aporte que le redituaría la participación de la UTN en la participación de ganancias de la Mina Bajo La Lumbrera.
En el año 2004, un proyecto de alumnos del nivel medio del Colegio San Patricio, trató de recuperar el funicular para un emprendimiento orientado al eco-turismo. Alumnos y docentes de la Facultad de Arquitectura diseñaron una senda peatonal de 2 kilómetros de longitud, que siguiera el trazado de las vías.
Como vemos todo un compendio de buenas intenciones, buenos proyectos y alguna idea alocada, lástima que todo ésto suceda a 1300 kilómetros del centro de poder, escondido en medio de un bosque/selva/yunga de difícil acceso, invisible para todos aquellos que tengan que dar el Sí, Quiero.
El camino termina en el pedregoso lecho de un río, opto por doblar a la derecha, siguiendo lejanos sonidos musicales que indican proximidad humana. Llego por fin a un caserío, donde oficialmente comienzan los senderos, busco el dispensario de Horco Molle, pregunto como hacer para ir a Tucumán, recuerdo que es 1 de mayo y que por lo tanto el transporte público no abunda, llego hasta la rotonda que da fin u orígen a la Avenida Perón, en donde cientos de skaters, rollers, ciclistas y caminantes, despuntan el sano vicio del fin de semana, algunos me miran con extrañeza, realmente me encontraba en una situación vergonzosa, camino por el cantero central en busca de algún medio de locomoción, pero nada, busco un punto relevante del recorrido y llamo al Hotel Francia, donde me alojaba, para pedir por favor me envíen un taxi, un patrullero, una lancha salvavidas, un burrito, cualquier cosa que me devuelva al dulce calor de hogar.
Pasadas las 18:00 llego al hotel, el conserje quién me gestionó el vehículo me mira con asombro, me pregunta que me pasó, le digo que me caí en un pozo ciego, se ríe, pero en el fondo creo que duda, pido perdón porque voy a ensuciar un poco, me doy un poco de vergüenza y me entrego a un fabuloso baño caliente, decido que no habrá cena, no puedo presentarme en ese estado, mañana quizás el barro se seque y se convierta en polvo.
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