Relato fotográfico entre las postrimerías del Volcán Galán y el cementerio de la Mina Incahuasi, pasando por una vega convertida en oasis puneño y la tumba del Hombre Muerto con el salar que lo homenajea, recorrido sin tiempo, en verdad tanta densidad borra la noción de "la hora", kilómetros y kilómetros sin cruzar ni un ánima en fuga redoblan la sensación de infinitud que transmiten estos sitios, sitios que obligadamente te proponen un compromiso de lucha por su conservación ante tanto desvelo de saqueo. Esas entrañas nos pertenecen y les pertenecen a una humanidad conservacionista, aunque esos terruños estén a millones de años luz de nuestro cotidiano vivir burgués.
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