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domingo, 1 de junio de 2014

Tierra de poetas orales, Herrera, Santiago del Estero, Argentina

 
El antiguo poblado de Herrera se formó allá por 1820, su fundador fue Don José de la Cruz Herrera, dueño de la extensa estancia Cejas. La llegada del ferrocarril en 1890 y la instalación de los talleres le dieron un importante impulso al incipiente caserío. El pueblo se funda oficialmente el 29 de setiembre de 1900, pronto aquel emplazamiento llegó a contar con molinos harineros, trapiches, enchapadores de cueros, tejedoras, reconocidos carpinteros. Hoy la población asciende a los 2000 habitantes, contando entre ellos al reconocido payador Don Lázaro Moreno, el único en toda la Argentina que domina el arte en lengua quechua.
Un personaje destacado que vive e Herrera resulta ser Don Lázaro Moreno, él organizó en 2013 el Primer Encuentro Latinoamericano de Payadores con el objetivo de concientizar y difundir el arte de la poesía oral.
Un payador excede a un simple improvisador, un payador es un artesano de su propia copla.
La idea del mentor es que la iniciativa quede instalada en la agenda cultural de Santiago del Estero, para así poder reeditar la experiencia año tras año.
La estación Herrera perteneció al primitivo ferrocarril Buenos Aires a Rosario,empresa de capital británico que en 1891 llegó con sus rieles a Tucumán. En 1908 se fusiona con el poderoso FCCA para permanecer de esa manera hasta la compra de los ferrocarriles británicos en 1948, durante el gobierno del General Perón. Hoy por sus vías corren los servicios de carga del NCA y los de pasajeros de la estatal SOSFE.
Una anécdota ferroviaria nos marca que el 1 de julio de 1971, entre las estaciones Lugones y Herrera del entonces estatal Ferrocarril General Mitre, la locomotora ALCO RSD16 Nº 8238, alcanzó la velocidad de 135 kilómetros por hora, marca récord de un tren en viaje inaugural, su objetivo fue comprobar las condiciones de los nuevos rieles enteros unidos con una soldadura aluminotérmica, montados en base a un innovador sistema de fijación elástica. Los rieles podían soportar velocidades de hasta 140 kilómetros en curva y algo más en los tramos rectos, careciendo al momento de la prueba de locomotoras capaces de alcanzar velocidades mayores. Hoy la velocidad de los trenes de ésta característica no supera los 50 kilómetros hora, con viento a favor, en bajada y con el efecto súper jamenbá de los dragon ball Z.
La próxima parada será Icaño al norte de Colonia Dora, las tomas allí obtenidas irán a parar directamente al blog ferroviario. La tarde del domingo me encontrará en la habitación del hermoso Samay pagando las consecuencias del desarreglo gastronómico del día de ayer, de todas maneras preciso sacar boleto hacia el nuevo destino, incierto debido a las lluvias de los últimos días.

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