Cerca de una hora sin más visitantes que nosotros tres, los guías y yo, ya que la compañera cocinera no era afecta de estos paisajes. Siempre pareciera que no sacaste las fotos que hubieras querido sacar, siempre aparece algún autoreproche sobre algún por qué no, siempre parece poco cuando estás en algún sitio como éste. Sitio que merece un volver para capturar ya no esencia si detalles con una mirada micro para atrapar la sustancia misma que compone a semejante todo.
El quinto y último día me devuelve a la población Uyuni, para hacer junto con la dama las compras para el frugal almuerzo, a mi pedido, del último mediodía en Bolivia, el recorrido por el mercado que comprendió también algunas compritas para la casa de la compañera fue todo una experiencia, que me permitió interactuar con los puesteros perguntando sobre tal o cual producto desconocido para un gran desconocedor como soy yo. Serían las 13.00 más o menos y encaramos el último tramo hasta Tupiza vía Atocha, otro bonus con final targicómico, que ahora sí justifica la vuelta por estos pagos mágicos.
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